Se especulaba que presentaría una postura suavizada, pero el candidato presidencial Republicano Donald Trump recitó en Arizona un discurso sobre inmigración que los medios calificaron de tan “extremista” como siempre.

Después de “semanas de confusión” y ambigüedad en cuanto a los planes concretos que conforman su política de inmigración, Trump dejó claro el 31 de agosto que “su propuesta migratoria no tuvo nada nuevo de los planteamientos que había mencionado desde el inicio de su campaña”. Dio el mismo discurso "aterrador al máximo” como en su aceptación de la nominación durante la Convención Nacional Republicana, que para los latinos en los medios sonó “desagradable” y “apocalíptica”.

Los medios de comunicación describieron el tan esperado discurso de Trump como una “versión reempacada de las líneas típicas” que ha venido repitiendo. Hicieron notar que se presentó como “el viejo Trump”, pues reiteró sus políticas migratorias extremas que incluyen un muro en la frontera pagado por México y la deportación de los inmigrantes indocumentados, visiones que comparte con su sheriff favorito, “la desgracia nacional” Joe Arpaio.

Sin embargo, el discurso fue celebrado y bien recibido por parte del ala más extrema de la derecha: los medios de nacionalismo blanco y supremacía racial. Jared Taylor, quien tiene a su cargo la publicación del medio nacionalista American Renaissance, celebró en su cuenta de Twitter, mientras que David Duke -- ex líder del Ku Klux Klan -- lo calificó de “excelente”. Los medios de supremacía racial tienen una tendencia comprobada de explotar la presencia de inmigrantes en el país para justificar expresiones de violencia racial.

Según Politico, el discurso migratorio de “línea dura” causó que varios de los representantes hispanos de Trump reconsideraran su apoyo al candidato. Además de ellos, por lo menos la mitad de los miembros de su junta de consejeros hispanos están preparándose para presentar su renuncia: